martes, 19 de abril de 2011

Mañanas y nochecitas.

Hay algo más maravilloso que caminar por lugares normalmente atestados de gente cuando precisamente se encuentran sin ella. Caminar por la peatonal a eso de las 7am es de un placer infinito, más cuando venís livianito ya que te falta medio litro de sangre. Hablando de cosas así, el otro día pasé por la catedral a eso de las 20:00 y el sonido que emitían las palomas peleando por un buen refugio en la exótica catedral era abrumador, también la caída de plumas y mierda, pero eso es otra historia, sonaban como un coro, te juro. Varios metros más abajo también sonaban como un coro celestial las universitarias yendo y viniendo.

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