miércoles, 16 de marzo de 2011

Del posible final del mundo.

Bueno lo digo. Me importa tres carajos el posible final del mundo. Desde que tengo uso de razón me atormentaron con el final del mundo, estoy curado de espanto. Un amigo me llama y me dice: ¿Viste lo de Japón, nos vamos a morir todos?. Le digo, no, no vi nada, me da por las pelotas. Obvio, se enoja, me dice que soy un pendejo, etc. No es que me importan poco los seres como yo que se mueren del otro lado del oceano, continente + continente. No, para nada. Pero, eh, me sensibiliza más el pibe enfermo de acá a la vuelta, el loco que fue a Malvinas y vive a tres cuadras y es ignorado por todos, el drogón que muere de frío olvidado en la garita de colectivo. Son diferentes puntos de vista, los ojos ven lo que ven y los corazones sienten lo que sienten. Esto es lo que me pasa a mi y no por eso es verdad. Respeto a los damnificados/olvidados/destrozados ( y todos los adjetivos posibles) en el Japón, sí, sí, sin dudas. Pero, ¿si nos empezamos a movilizar por los pequeños desastres que suceden frente a nuestros ojos? ¿O el olor es fuerte? ¿O la sangre es muy roja? ¿O la definición de la realidad no es tan buena como la del Lcd?

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