Arrastro mis pies por las calles vacías,
pateo restos de cañitas voladoras, petardos,
botellas secas, sueños inconclusos.
Muevo mi cuerpo como puedo,
primero de enero, resaca top ten seguro.
Pueden ser las ocho, las nueve o las diez.
Me siento un Sabina,
un guerrero,
un forajido
con los ojos desorbitados,
caminando solo por las calles recién amanecidas.
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