sábado, 5 de febrero de 2011

Caída.

Caída.

Hace veinte minutos que caí de un tren.
Aún sigo inmóvil arrojado en la cama,
con la vista fija en el techo
encontrando a las arañas refugiadas en los rincones.

Sin proponérmelo cae un recuerdo,
se cae como mis huesos del tren.
Después otro y otro.
Caen de punta, de lleno,
en la cara, las rodillas,
sobre los ojos que buscan arañas.

Hago zapping intensamente,
abro y cierro la cortina,
intento pararme y abandono
a la mitad el movimiento.

No quise ser tan violento esa tarde,
le digo una y otra vez
al recuerdo que llueve ahora sin animo de parar.

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