domingo, 6 de febrero de 2011

La aparición de Mayo.

La aparición de Mayo.

El reloj marca las diez. A unas catorce cuadras Patronato intenta asegurarse el ascenso a la B nacional. Noche húmeda, asquerosa por donde se la mire. La suerte hizo que pueda retirarme una hora antes de la nocturna y emprender tranquilamente el camino a casa. Por causa de la humedad mi humor era pésimo, caminaba lentamente esquivando barro. Pensaba básicamente en la nada cuando lo vi. Echado en medio de la acera. Solo le dedique una mirada. Nuestros ojos se encontraron un segundo y seguí caminando y pensando en la nada.
Tras mi espalda oí el ruido de sus patitas. En segundos caminaba a mi lado. Era enano, beige y alargado. De reojo lo observé y vi como el hacía lo mismo. Nos estudiábamos tímidamente.
Supuse que vivía en esa cuadra, que se había escapado, que estaba dando vueltas tratando de hacer sus necesidades. Pero no, caminamos esa cuadra juntos, cruzamos la calle y siguió. Firme. Atento a todos mis movimientos. Así recorrimos las catorce cuadras que separan la nocturna de mi casa. En el trayecto mostró su valentía ante otros canes, su inteligencia para cruzar entre los autos y su fidelidad.
Saqué la llave de mi bolsillo, la puse en la cerradura y nos miramos por última vez. Algo de nostalgia creí ver en sus ojos, solo el sabrá que vio en los míos. Adiós Mayo, adiós. Fugaz ángel/perro guardián, adiós.

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